lunes, 24 de octubre de 2011

El jaguar, yaguar o yaguareté (Panthera onca) (Animales salvajes peligrosos)


El jaguar, yaguar o yaguareté (Panthera onca) es un carnívoro felino del género Panthera y la única de las cuatro especies actuales de este género que se encuentra en América. También es el mayor felino de América y el tercero del mundo, después del tigre (Panthera tigris) y el león (Panthera leo). Su distribución actual se extiende desde el norte de México y gran parte de Centroamérica hasta el Perú, Paraguay y el norte de Argentina. Exceptuando algunas poblaciones en Arizona (suroeste de Tucsón), esta especie ya ha sido prácticamente extirpada en los Estados Unidos desde principios de la década de 1900.

Se encuentra emparentado y se asemeja mucho en apariencia física al leopardo (Panthera pardus), pero generalmente es de mayor tamaño, cuenta con una constitución más robusta y su comportamiento y hábitat son más acordes a los del tigre (Panthera tigris). Si bien prefiere las selvas densas y húmedas, puede acomodarse a una gran variedad de terrenos boscosos o abiertos. Está estrechamente asociado a la presencia de agua y destaca, junto con el tigre, por ser un felino al que le gusta nadar.

Es fundamentalmente solitario y un cazador que tiende emboscadas y oportunista a la hora de elegir las presas. También es un superpredador y una especie clave que desempeña un importante papel en la estabilización de los ecosistemas en los que habita, regulando las poblaciones de las especies que depreda. El jaguar tiene una mordedura excepcionalmente potente, incluso en comparación con otros grandes felinos, lo que le permite perforar los caparazones de reptiles acorazados como las tortugas y utilizar un método poco habitual para matar: ataca directamente la cabeza de la presa entre las orejas para proferir un mordisco fatal que atraviesa el cráneo con sus colmillos alcanzando al cerebro.

El jaguar está calificado en la Lista Roja de la UICN como «especie casi amenazada» y su número está en declive. Entre los factores que lo amenazan se incluyen la pérdida y la fragmentación de su hábitat. A pesar de que el comercio internacional de jaguares o sus partes está prohibido, este felino muere con frecuencia a mano de los humanos, especialmente en conflictos con rancheros y granjeros. Aunque reducida, su distribución geográfica continúa siendo amplia. A lo largo de la historia, esta distribución le ha otorgado un lugar prominente en la mitología de numerosas culturas indígenas americanas, como los mayas y los aztecas.

  
Distribución y hábitat: 
Hay constancia sobre la presencia del jaguar en el registro fósil desde hace dos millones de años, y ha sido un félido americano desde que atravesó el Puente de Beringia durante el Pleistoceno; el antepasado inmediato de los animales modernos es Panthera onca augusta, que era de mayor tamaño que los existentes en la actualidad; las pruebas fósiles muestran jaguares de hasta 190 kg, mucho mayores que la media actual de este animal.


Su distribución actual está muy fragmentada y se extiende desde del norte de México, a través de América Central, hasta el norte de Argentina, incluida la mayor parte de la amazonia brasileña. Los países incluidos en esta distribución son Argentina, Belice, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica (en particular en la península de Osa), Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Guayana Francesa, Guyana, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, el Perú, Surinam y Venezuela. Actualmente ha sido extirpado en El Salvador y Uruguay. Se encuentra en muchas reservas naturales a lo largo de su ámbito de distribución, como pueden ser los 400 km² de la Reserva natural de Cockscomb en Belice, los 3800 km² de la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, los 5300 km² de la Reserva de la Biosfera Sian Ka'an y los 7300 km² de la Reserva de la Biosfera de Calakmul en México, los aproximadamente 15 000 km² del Parque Nacional del Manú en el Perú o los aproximadamente 26 000 km² del Parque Indígena del Xingu en Brasil.


La inclusión de los Estados Unidos en su área de distribución se basa en observaciones ocasionales en el suroeste, particularmente en Arizona, Nuevo México y Texas. A principios de la década de 1900, se le podía ver tan al norte como el Gran Cañón y tan al oeste como el Sur de California. En 2004, agentes de medio ambiente de Arizona fotografiaron y documentaron jaguares en la parte meridional del estado y en febrero de 2009 se capturó un ejemplar de unos 54 kg, al que se le colocó un collar de seguimiento por radio y fue liberado al suroeste de Tucsón; esta captura se produjo más al norte de lo que se había considerado anteriormente, lo que representa una señal de que podría haber una población reproductiva permanente al sur de Arizona. Posteriormente se confirmó que el animal era el mismo macho (conocido como «Macho B») que había sido fotografiado en 2004 y que por entonces era el jaguar más viejo conocido en libertad (aproximadamente 15 años). En marzo de 2009,«Macho B», el único jaguar observado en los Estados Unidos desde hacía más de una década, fue recapturado y sacrificado tras descubrir que padecía de insuficiencia renal.


Organizaciones ecologistas consideran que la finalización del muro fronterizo Estados Unidos - México, tal como se propone actualmente, reducirá la viabilidad de cualquier población que se encuentre actualmente en los Estados Unidos al disminuir el flujo génico con las poblaciones mexicanas e impedirá cualquier expansión hacia el norte de la especie.


El hábitat de P. onca incluye las selvas húmedas de Centro y Sudamérica, zonas húmedas abiertas y de forma estacional inundadas, y praderas secas. De entre estos hábitats, el jaguar prefiere el bosque denso; este félido ha perdido terreno más rápidamente en las regiones más secas, como la pampa argentina o las praderas áridas de México y el suroeste de los Estados Unidos. Puede vivir en bosques tropicales, subtropicales y caducifolios secos. Está estrechamente relacionado con el agua y a menudo prefiere vivir al lado de ríos, pantanales y en junglas densas con mucha vegetación que le permiten asediar a sus presas. Se han encontrado jaguares a altitudes de hasta 3800 m, pero suelen evitar los bosques de montaña y no viven ni en la altiplanicie mexicana ni en la cordillera de los Andes.

Caza:
El jaguar es un cazador más dado a preparar emboscadas que a la persecución. Se desplaza sigilosamente por caminos del bosque, escuchando y acechando la presa antes de lanzarse sobre ella o prepararle una emboscada. Ataca desde su escondrijo con un salto rápido, habitualmente desde un punto ciego del objetivo; la capacidad de emboscada de esta especie está considerada casi sin parangón en el mundo animal tanto por los indígenas como por los investigadores de campo, y son probablemente producto de su papel como superpredador en distintos entornos. La emboscada puede incluir saltar dentro del agua para perseguir la presa, pues es capaz de llevar una de buen tamaño nadando; su fuerza es tal que puede cargar con cadáveres tan grandes como el de un novillo hasta lo alto de un árbol que sobresalga del nivel del agua.

Después de matar la presa, arrastra el cadáver entre la espesura o a un lugar escondido. Primero come el cuello y el pecho, en lugar de la parte central, sigue con el corazón y los pulmones y después las espalderas. Se estima la necesidad alimenticia de un ejemplar de 34 kg (en el extremo inferior del rango de pesos de la especie) en 1,4 kilogramos de comida al día. Para animales en cautividad de entre 50 y 60 kg, se recomiendan más de dos kilogramos de carne diarios. En la naturaleza, el consumo es naturalmente más errático; los félidos salvajes gastan una energía considerable para capturar y matar las presas y pueden consumir hasta 25 kg de carne de una vez, y después pasar periodos de inanición. A diferencia de las demás especies del género Panthera, no existe ningún registro de ataque sistemático a humanos y apenas hay casos documentados de jaguares atacando a humanos. La mayoría de los pocos casos de ataques a personas muestran que el individuo en cuestión es o bien viejo, con los dientes dañados, o está herido. En ocasiones, si se asustan, los ejemplares en cautividad pueden arremeter contra los empleados del zoo.


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