miércoles, 9 de noviembre de 2011
La tortuga de las Galápagos (Chelonoidis nigra) la tortuga más grande del mundo
La tortuga de las Galápagos o tortuga gigante de las Islas Galápagos (Chelonoidis nigra) es la más grande de las especies vivas de tortugas terrestres, alcanzando pesos de más de 400 kg y longitudes de más de 2 metros, con la esperanza de vida en el medio silvestre de más de 100 años, es uno de los más longevos vertebrados. Un individuo vivió en cautiverio por lo menos 170 años. La tortuga es originaria de siete de las Islas Galápagos, un volcán archipiélago de unos 1.000 kilómetros al oeste del Ecuador continental. Los exploradores españoles que descubrieron las islas en el siglo XVI, llamaron a las islas galápagos, queriendo decir la tortuga. El tamaño del caparazón y la forma varían entre poblaciones, mientras que en las islas con tierras altas y húmedas, las tortugas son más grandes, con caparazones más abovedados y cuellos cortos, en las islas con tierras bajas y secas, son más pequeñas, con caparazones y cuellos largos. Estas diferencias de cada isla jugó un papel en la creación de la teoría de la evolución de Charles Darwin. Los números de individuos disminuyeron de más de 250.000 en el siglo XVI a alrededor de 3.000 en los años 1970, que fue causada por la caza de carne de tortuga y de petróleo, separación de hábitat para la agricultura, y la introducción de animales no nativos, tales como ratas, cabras y cerdos. Siete subespecies de las diez originales sobreviven en la naturaleza. Una octava subespecie (Geochelone nigra abingdoni) tiene sólo un individuo viviendo, en cautiverio, conocido como El Solitario Jorge. Los esfuerzos de conservación a partir del siglo XX han dado lugar a miles de especímenes criados en cautividad, los menores son liberados en sus islas originarias, y se estima que el número superó 19.000 al inicio del siglo XXI. A pesar de esta recuperación, la especie en su conjunto está clasificado como "Vulnerable" por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Algunos individuos son sedentarios, mientras que a otros parece gustarles la idea de desplazarse, por lo que exploran nuevos territorios. Sin embargo todas deben refugiarse en las horas, colocándose a la sombra de un árbol, entre arbustos o sumergiéndose en pozas de agua lodosa, la que por cierto le quita los parásitos. En ocasiones las tortugas estiran su cuello y sus extremidades, en una pose que llama a los pájaros a acercarse y alimentarse de sus parásitos. Frente a cosas desconocidas, esta especie suele acercarse, oler y luego morder el objeto de su interés
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